Qué pesados son los días sin la poca esperanza que me quedaba
y me hacia sonreír,
ni siquiera la brisa de la mañana,
ni los pájaros ni el verde vivo me consuelan
La soledad se hace cada vez más triste, más tiesa
Y en su ceguera no convierte el sufrimiento en colores
En su sordera no puede apaciguar las melodías de la vida
Tampoco hay tacto, ni siquiera se posibilita el llanto
No hay peor tristeza que la que no puedes llorar o gritar.
El dolor y el temor del destino me consumen.
Sólo las noches son capaces de controlarme
Pues en la oscuridad los rostros se desconocen;
Queda esperar el sueño del etér
La amargura de mis ojos derrumban el todo
Convierten la nada en misericordia.
El aliento se hace pasivo y no encuentra las luces del pasado
El olvido ha dominado. Mas el futuro es aún más malvado.
Sin existir manipula el momento.
Para ser, debo ser clandestina aunque no sea,
la razón y la pasión de la libertad
se descomponen en palabras escondidas.
No pueden estas liberarse, ni escucharse,
se mantienen firmes en la nada.
Esto es lo único que queda de la libertad, tan aprisionada
En la mente, en papel.
¿cuándo podré gritar? Sin ser encarcelada, perseguida aniquilada.
10 de noviembre de 2008.
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